Curiosidades

ESPECIAL PIOJOS

   Con el inicio del curso escolar, comienzan también los problemas con los piojos.  Hay un remedio muy efectivo para prevenir que nuestros niños vengan a casa con visitantes en sus cabezas.
   Ahora es el tiempo de una fruta cuyas pepitas son muy efectivas para esto, se trata de las chirimoyas.
   Una propiedad bastante desconocida y a la par sorprendente de la chirimoya es su capacidad como agente desinfectante. Una de sus grandes utilidades es como sustituto de otras sustancias artificiales (los aficionados al cultivo de marihuana posiblemente ya conozcan del uso de insecticidas “alternativos” basados en tabaco) populares en Sudamérica y de efectos muchísimo más nocivos que la chirimoya (como el lindano). 
 Una receta fiable y validada científicamente y de lo más sencilla para preparar una loción antiparásitos a base de chirimoya consiste en macerar diez pepitas de chirimoya en un litro de agua. Luego utilizaremos este líquido para rociar la cabeza de los peques antes de peinarlos para ir al cole.
Fuentes:


LA HISTORIA DEL JABÓN
  El Jabón aparece citado por primera vez en los escritos de Séneca y Plinio, en el siglo I después de Cristo. Atribuyeron su invención a los galos, que elaboraban el jabón con grasa de cabra y cenizas de plantas, lo usaban como una pomada para volver rubios los cabellos y también como medicamento.
  Cincuenta años antes, las cabilas de Argelia preparaban un producto parecido con aceite de oliva, era una masa transparente y gelatinosa que usaban como ungüento y para lavar.
  Galeno en su obra "De semplicibus medicaminibus", del siglo II después de Cristo, daba las primeras noticias acerca del empleo del jabón como detergente: el jabón, además de ser usado como medicamento emoliente, servía para expulsar las impurezas del cuerpo y de los vestidos. Se fabricaba con sebo de buey, de cabra y de carnero y con una lejía preparada con cenizas y cal.
   En 1748, en las excavaciones de Pompeya, se descubrieron utensilios y residuos de sustancias grasas seguramente pertenecientes a una antigua fábrica de jabón.
   Los romanos conocían los jabones de sodio, de potasio y también los de plomo. Discórides relata que el óxido de plomo, codido con aceite, servía par la fabricación de emplastos, y Plino describe sus propiedades y su empleo.
   Teodoro Prisciano, en el siglo IV después de Cristo, recuerda el empleo del jabón para lavar la cabeza y habla del saponarius (jabonero).
   Paulus de Egina, en el siglo VII, recuerda la caustificación de las lejías por medio de la cal viva.
   Los árabes, en esta época, también aplicaban la caustificación de las lejías con cal, y debían de preparar jabones duros y de buen aspecto. En el siglo IX los musulmanes de España preparaban jabones con aceite de oliva.
   El desarrollo de la fabricación de los jabones ocurrió en el siglo XI, cuando los cruzados introdujeron en Europa el uso de la tela, para cuya limpieza era indispensable el jabón. Aunque por mucho tiempo el uso de jabón fue considerado como un lujo.
  Los autores franceses afirman que ya en el siglo XV existían en Marsella importantes jabonerías.
Calle dei Saoneri. Venecia, Italia.
En el siglo XVI Venecia tenía más de 25 fábricas de jabón. 

  La  industria jabonera se desarrolló en las ciudades costeras del Mediterráneo, favorecidas por la abundante presencia del aceite de oliva y de la sosa natural, obtenida de las cenizas de las plantas marinas, y floreció especialmente en Savona y Venecia en el siglo XV, y más tarde también en Génova. Existían famosas fábricas en Allicante, en Cartagena, en África y en Siria. Estas ciudades disfrutaban de la ventaja de la proximidad de las materias primas y de la comodidad del transporte.
   Los jabones de Venecia adquirieron gran renombre, se exportaban a otros paises dónde esta industria no se había desarrollado. Aún hoy en los paises centrales de Europa se denomina jabón de Venecia a un producto de óptima calidad.
El jabón medicinal SAPO VENETUS, jabón de Venecia.
Se obtiene mezclando en frío y poco a poco en un vaso
no metálico dos libras de la lejía de sosa caustica concentrada
a treinta  y ocho grados, con cuatro libras de aceite de almendras dulces
o común bueno: debe estar hecho ya por cierto tiempo, para que t
enga la dureza conveniente.
Extraído de "Diccionario de ciencias médicas"
Por una sociedad de los más célebres profesores de Europa.
Madrid, imprenta de Don Mateo Repullés. 1821.

   Génova, en el siglo XVII, alcanzó la primacia sobre Savona y Venecia,  iniciando y desarrolando un fuerte comercio de exportación.
   Los disturbios políticos a partir del final del siglo XVII paralizaron las actividades industriales en Italia. La primacía en el comercio de los jabones pasó en seguida a las fábricas francesas.
   Colbert, un ministro de Luis XVI, inició las famosas jabonerías marsellesas. En 1749 existían en Marsella 28 jabonerías, y en toda la Provenza 39.
   Hasta entonces se había empleado la sosa obtenida de las cenizas de plantas marinas, que se producía preponderantemente en España (Cartagena, Málaga, Alicante) y menos en Francia (Narbona, Aigues-Mortes). En 1791 se estableció en Saint-Denis la primera fábrica de sosa artificial. Con el uso de la sosa artificial se obtienen lejías más concentradas, pero también jabones más duros que los fabricados con sosa natural. Este inconveniente se corrigió agregando aceite de adormideras al aceite de oliva, y así se empezó a emplear materias grasas distintas del aceite de oliva, como el aceite de nueces, el de colza, el sebo y otras grasas. En 1835 apareció en el mercado la semilla de sésamo, de la que pronto se empleó con éxito el aceite. En 1841 empezó a usarse el aceite de cacahuetes, en 1851 el de algodón, y poco tiempo despuésse introdujeron los aceites de coco, de palma y de plamisto.
   En Inglaterra, el  primer documento acerca de la fabricación del jabón en Londres, remonta a 1524. Sin embargo, el  mayor desarrollo de la industria del jabón en Inglaterra ocurrió en la primera mitad del siglo XIX, a consecuencia del descubrimiento y aplicación del proceso Leblanc, y de los estudios de chevreul acerca de la constitución de las grasas. En 1853 la industria jabonera inglesa llegó a ocupar el primer puesto en el mundo.
   En Alemania, la industria jabonera se desarrolló relativamente tarde. Hasta 1669 no se concede la instalación de una jabonería en Augsburg.  El gran desarrollo nacional de la fabricación de los jabones ocurrió en la primera mitad del siglo XIX, después de los estudios cásicos de Chevreul.
  
Fuente: Manual del fabricante de jabones. Dr. Scansetti.


Fábrica de jabones La Esperanza

Fábrica de jabones La Esperanza (Córdoba). Foto de principios del S. XX


LAS DESDICHAS DE UN SABIO

   La sustancia cuya fabricación descubrió ayudó a cambiar el mundo, según los entendidos, más que lo hizo la propia Revolución francesa. La Academia francesa había establecido, en 1775, un premio de 2400 francos para quien lo lograra. Los ingleses habían estado buscando el procedimiento durante más de 40 años pero todos sus esfuerzos resultaron inútiles.
Nicolás Leblanc (1742-1806), médico y químico francés, en 1784, se interesó por el tema y, tras 6 años de trabajo, descubrió el sistema de fabricación de la sosa artificial a partir de la sal común, el cloruro sódico, tan abundante en la Naturaleza. Comenzaba el esplendor de la sosa y las desventuras de Leblanc, que le condujeron, ahora hace 200 años, a la ruina, desesperación y suicidio.
SOSA. La sosa de la que tratamos no es la sosa caústica (hidróxido sódico) sino el carbonato sódico o sosa comercial. Los egipcios ya la conocían y usaban para la fabricación del vidrio (fundiéndola con arena de sílice y caliza) y para limpiar grasas. Se encuentra en la naturaleza en los estratos de sal y también disuelta en las aguas de lagos interiores, llamados lagos de sosa. Abundaba principalmente en las costas del río Natrón, de donde procede el nombre latino que tiene el sodio (Natrium) y su símbolo químico Na.
   En lugares donde no habían fuentes de este tipo, el carbonato de sodio se solía obtener de las cenizas de las algas y de otras plantas alcalinas y se conocía como cenizas de sosa. De las más apreciadas, para la fabricación de vidrios especiales, eran las españolas procedente de Alicante, Cartagena y Málaga.
   A mitad del siglo XVIII la sustancia adquirió una importancia especial debido al problema del blanqueo de las lanas escocesas. Escocia, con su clima húmedo, poseía grandes rebaños de ovejas. Para blanquear, no sólo la lana, sino el algodón y el lino, se había descubierto la utilidad del uso de lejías preparadas con cenizas vegetales que contenían altas proporciones de potasa (carbonato potásico) y sosa (carbonato sódico), procedentes de la incineración de árboles (hayas) y de plantas barrilleras alcalinas que crecen en terrenos salitrosos. Pero el gran desarrollo de la industria textil agotaba los bosques europeos y amenazaba seriamente a los americanos. De ahí la institución del premio ya citado por parte de la Academia francesa.
   El método descubierto por Leblanc cuya licencia y patente le fue concedida en 1791 contaba de dos etapas principales. En la primera, se hacía reaccionar la sal común con ácido sulfúrico, para producir sulfato sódico. En la segunda, el sulfato sódico se calcinaba con caliza y carbón para obtener el carbonato sódico o sosa comercial.
CONSECUENCIAS. Para financiar la construcción de una primera fábrica, Leblanc hubo de vender su proceso técnico al duque de Orleáns, quien se autodenominaba Alteza Serenísima. De este modo, a la orillas del Sena, donde actualmente se sitúa la estación RER de la Universidad de Nanterre, comenzó a operar la primera fábrica de sosa comercial, con una producción de 200 o 300 kilos diarios. Sin embargo, fueron los ingleses los más beneficiados por el proceso ya que, lanzados en 1823 a una gran aventura industrial, en 1885 eran capaces de producir más de 150.000 toneladas anuales de sosa por el método Leblanc.
   Las consecuencias del abaratamiento de la sosa cambiaron el mundo de la época. La industria textil inició un despegue espectacular, debido al desarrollo de productos rápidos y baratos para blanquear las fibras.
   El uso adecuado de la sosa en la producción del vidrio permitió mejorar enormemente su calidad lo que facilitó su uso no solo ornamental sino para la construcción de instrumentos ópticos de calidad. Y se popularizó su consumo en objetos de uso corriente como botellas, vasos y otros utensilios.
   La industria jabonera también experimentó la influencia favorable de disponer de sosa. El jabón duro, sales sódicas de los ácidos grasos, se puede obtener a partir de la combinación de las grasas con un álcali. El uso de la sosa comercial como álcali permitió bajar el precio de fabricación con lo que el jabón pasó de ser un artículo de lujo a considerarse un producto de utilización corriente.
   De modo más indirecto, los beneficios también llegaron a otras muchas actividades, como la industria de los muebles, cuya fabricación a gran escala demandaba de grandes cantidades de cola, para cuya obtención se usaban residuos animales que escaseaban. El ácido clorhídrico, obtenido como subproducto de la industria de la sosa, se pudo utilizar para la disgregación química de huesos animales y obtención de las grandes cantidades de cola que demandaba la industria del mueble.
   La necesidad de ácido sulfúrico para la obtención de la sosa comercial, facilitó y abarató la producción del ácido, haciendo posible su empleo en trabajos de metalisteria y el posterior desarrollo de industrias como la de colorantes, fertilizantes y fibras artificiales, entre otros.
LEBLANC. Teóricamente esta época debería haber sido la de gloria para el inventor. Pero el 12 de octubre de 1789 había tenido lugar el asalto a La Bastilla, que iniciaba el proceso social y político conocido como Revolución francesa, que se extendería hasta 1799. El socio de Leblanc, el duque de Orleáns, Su Alteza Serenísima, se creía a salvo ya que, oportunamente, había votado en la Cámara, en enero de 1793, a favor de la muerte de su primo el rey Luis XVI. Luis XVI fue guillotinado el 21 de enero, pero, fruto de los ímpetus revolucionarios, el 6 de noviembre, el duque seguía la misma suerte.    
   La fábrica de sosa fue secuestrada, todo su contenido fue vendido y los obreros dispersados. Poco tiempo después el Comité de Salud Pública intentaba remediar las consecuencias desastrosas del hecho y reunía a una serie de presuntos expertos para solucionar el problema. Incapaces de hacerlo, apelaron al patriotismo de Leblanc, quien les reveló los secretos de la fabricación.
   ¿Su recompensa?. Casi la miseria, cambiando continuamente de tareas. La más penosa de las que se le encomendó fue la de responsabilizarle de hacer el inventario del laboratorio de Lavoisier, maestro venerado, fallecido en 1794, para proceder a la venta de su contenido. En marzo de 1799 el Ministerio del Interior acordó conceder a Leblanc una recompensa de 3000 francos, pero diversas excusas administrativas hicieron que solo recibiera 600. El 16 de enero de 1806 se suicidó. Medio siglo después, a título póstumo, el Segundo Imperio reconocía oficialmente su condición de inventor de la sosa artificial y concedía a sus descendientes una renta.
   El método químico desarrollado por Leblanc tuvo vigencia industrial y comercial más de 60 años tras su muerte, hasta que hacia 1870 fue sustituido por el método Solvay, más rentable económicamente.




Extracto del libro: "Tratado de química mineral, vegetal y animal" por J.J. Berzelius. Madrid, 1881, imprenta de D. José María Alonso.

DE LOS JABONES
 Designamos con este nombre las combinaciones de los aceites grasos con la potasa ó la sosa que se usan generalmente en el lavado. Se conocen dos especies de jabón, que son, el blando y el duro; el primero es blando y butiroso a la temperatura ordinaria. El jabón mas blando seria el que solo contuviese oleato potásico, y el mas duro el que estuviese formado en la totalidad por estearato sódico. En general, la potasa forma combinaciones mas blandas que la sosa, y los aceites secantes producen un jabón mas blando que los que pasan al estado sólido á una temperatura no muy baja. 
Por punto general, los jabones que se encuentran en el comercio pertenecen a una de las dos especies siguientes: a saber, a la de los jabones verdes ó blandos, o a la de los blancos y duros.
1. El jabón verde, asi llamado para distinguirle del jabón negro, que se prepara con álcali y los desperdicios de las materias grasas animales. Se prepara este jabón saponificando una mezcla de aceite de cañamonesy de sebo con potasa cáustica. El aceite de cañamones contiene poca estearina, como todos los aceites secantes, y por lo tanto suministra principalmente oleato potásico; por cuya razón se añade el sebo que da mucho margarato y estearato potásicos. En la saponificación en grande se caustifica el álcali apagando la cal con agua, mezclando el hidrato obtenido con potasa ordinaria, pero sin añadir agua, y conservando la mezcla por espacio de tres semanas en un sitio seco. En este tiempo se caustifica el álcali: se introduce la materia en tinas de mucha capacidad , en cuyo fondo se coloca previamente un poco de paja, y próximo al cual tienen una espita : se vierte agua sobre la materia, y se suelta la espita para que salga el líquido que se halla convertido en una lejía cáustica concentrada. Añadiendo nueva cantidad de agua sobre el residuo se obtiene una lejía menos concentrada; una parte de las sales extrañas queda con la cal. Si en vez de operar como acabamos de decir, se disuelve la potasa en agua y se la caustifica hirviéndola con cal, operación difícil de ejecutar en grande, todas las sales solubles existentes en el carbonato alcalino se mezclan con el jabón y quedan en él. Convendría en tal caso cristalizarlas antes de causlificar la lejía.
En Alemania se prepara ordinariamente la lejía con buenas cenizas vegetales: con este objeto se hace un montón, se forma en él una cavidad para apagar la cal, y se mezcla bien el todo. Se coloca esta materia en un aparato particular de lixiviación, en el que se la comprime ligeramente , y se vierte sobre ella agua, a la que se da salida después de algunas horas da contacto. Se hierve primero el aceite y el sebo con una lejía algo débil, y después se añade la lejía fuerte para terminar la saponificación. La fuerza de la lejía se conoce por su densidad. En seguida se hierve el jabón basta que tenga la consistencia necesaria. Algunas veces se añade añil triturado con potasa cáustica, para cambiar el color verde en pardo amarillento. Esta adición no influye de manera alguna en la calidad del jabón y se hace únicamente por satisfacer el capricho del comprador. Pasadas algunas semanas se depositan en el jabón una porción de granos blancos mas ó menos grandes, que son una especie de cristalización imperfecta de margarato y de estearato potásicos. Se considera esta materia granuda como una prueba de la bondad del jabón, y se imitan ordinariamente los referidos granos añadiendo almidón. La producción de estos granos depende de la buena calidad y de la cantidad del sebo empleado. Cuando se ha puesto demasiado, el jabón resulta duro en el invierno, y por el contrario , es mucilaginoso si la cantidad es pequeña, y entonces al hacer uso de él forma grumos, que se pierden por lo general en razón a que se disuelven con suma lentitud; así es que para producir el mismo efecto se necesita una cantidad mayor de este jabón que de otro de buena calidad.
 Ademas de los principios constitutivos esenciales, contiene el jabón verde glicerina producida por la saponificación, todas las sales existentes en el carbonato potásico, que se han disuelto al lixiviar la masa alcalina, cierta cantidad de carbonato potásico que no se ha caustificado ó que se ha carbonatado en contacto con el aire y finalmente, las mas veces, un ligero esceso de álcali.
  El jabón blando se disuelve fácilmente en el agua; su disolución forma mucha espuma cuando se la agita; así es que se pueden hacer con ella pompas cuando está bastante concentrada. Este jabón no se disuelve en una disolución de potasa cáustica concentrada hasta cierto punto, y forma grumos. Puede sacarse partido do esta propiedad para purificar un jabón, que por efecto de una mala preparación, contenga mucha cantidad de sales, demasiado álcali cáustico ó carbonato. Se separa la masa, y se la pone a escurrir; después se la funde con un poco de agua para dar al jabón la consistencia conveniente. El jabón blando se disuelve completamente en el alcohol, cuyo disolvente deja las materias extrañas. Thenard ha hallado que el jabón verde, separado de las sales estrañas, está compuesto de 9,5 partes de potasa, 44,0 de ácido graso y de 46,5 de agua.
2. El jabón duro se prepara en los países meridionales con el aceite de olivas y la sosa: en Alemania y en el Norte se reemplaza ordinariamente el aceite con las grasas animales. En algunas localidades se saponifica desde luego el aceite en una disolución de sosa cáustica débil, añadiendo después otra mas concentrada, e hirviendo la materia. Con mas frecuencia se prepara primero un jabón de potasa, que se trasforma después en jabón duro descomponiéndole por medio.de la sal común finamente pulverizada, en cuya operacion se obtiene cloruro potásico y jabón de sosa que sobrenada en las aguas madres. Se vacia el jabón en moldes en los que se solidifica y seca; después se le parte con un cuchillo grande, y por último se le divide con un alambre en pequeños pedazos.
El jabón de buena calidades blanco y ligeramente amarillento. Tiene un olor particular no desagradable, y un sabor ligeramente alcalino que no es acre ni salado. Cuando se le reduce a fragmentos pequeños es trasluciente; su peso específico es poco superior al del agua, parece seco al tacto, pero no graso ni resvaladizo: no se humedece al aire, pero se deseca cada vez roas y mas, sin cubrirse de eflorescencias salinas, y se disuelva en el agua y en el alcohol sin dejar materias estrañas. Las disoluciones muy diluidas dan precipitados de sobre-estearato y sobremargarato sódicos.
El jabón blando y el jabón duro son insolubles en las disoluciones salinas saturadas; y añadiendo sales potásicas a la disolución de jabón blando, o sales potásicas o sódicas a la de jabón duro, se precipita el jabón. Cuando la disolución contiene poco jabón, el precipitado consiste principalmente en sobresales formadas por los ácidos grasos que se funden en el agua hirviendo; pero que no se disuelven. Por el contrario, si las disoluciones están concentradas hasta cierto punto, tanto la una especie de jabón como la otra se separan sin descomponerse.
Se hallan en el comercio varias especies de jabón duro; a saber:
a. Jabón blanco, en cuya sección se comprenden el jabón de España y el jabón francés, que se preparan con el aceite de olivas y con sosa. Los fabricantes franceses añaden generalmente 1/3 de aceite de adormideras o de nabina al aceite de olivas, a fin de que el jabón no se deseque demasiado y no se desmorone cuando le parten los espendedores.
b. Jabón jaspeado conocido también con el nombre de jabón de Venecia: se prepara con las mismas sustancias que las especies anteriores, pero contiene hierro que existe en las materias componentes (en estado de sulfuro, que se halla disuelto en la sosa cáustica a la que comunica un color verdoso), o que se añade en estado de sulfato. Al solidificarse el jabón se separa la materia colorante formando como venas que forman el jaspeado; mas para obtener este resultado, es necesario que el jabón tenga cierta consistencia al tiempo de vaciarle en los moldes: si está demasiado espesa la masa queda coloreada por igual; si está demasiado fluida, la materia colorante se va al fondo.
c. Jabón llamado ruso, que es también blanco, y se prepara con sebo y potasa. Como se fabrica con una grasa animal no haria mención de él en este lugar, sino fuese como todos los compuestos de este género una mezcla de sales formadas por la combinación de los mismos ácidos grasos con la potasa ó con la sosa.
d. Jabón trasparente, preparado saponificando el sebo de las riñonadas con sosa privada de sales estrañas, desecando el jabón obtenido de esta manera , disolviéndole en alcohol, filtrando la disolución , evaporándola y vertiéndola en moldes cuando sé baila en cierto grado ile concentración. Este jabón es amarillo ó amarillo rojizo, y conserva su trasparencia después de desecado.
e. El jabón de coco, preparado con cierta cantidad de sebo de carnero y con sosa , es el mas «propósito de todos los jabones duros para lavarse las manos y afeitarse.
 f. El jabón de palma se prepara con aceite de palmera y con sosa. Es amarillo y tiene un olor á violetas muy agradable.
Paso en silencio la preparación de una porción de jabones que no son en realidad más que objetos de lujo, obtenidos por métodos muy variados: tales son el jabón en polvo, y el jabón en pastillas trasparentes; preparados con las soluciones alcohólicas exentas de cloruro sódico y aromatizados de diferentes maneras. Sin embargo, haremos mención de un jabón que se usa de algún tiempo a esta parte para lavar en el mar á bordo de las embarcaciones: este es él jabón silicuoso, mezcla de jabón y de silicato alcalino. Se le obtiene disolviendo cuarzo groseramente pulverizado en una lejía concentrada de sosa cáustica calentada a +100º, sometida a una fuerte presión en una caldera: la lejía adquiere por este medio la propiedad de disolver en poco tiempo los fragmentos de cuarzo del tamaño de una nuez. La solución que resulta, contiene un exceso de sosa, que se determina previamente y se saponifica con una grasa. Asi es como se obtiene un jabón duro.
El jabón de aceite ha sido analizado por varios químicos, quienes han obtenido los resultados siguientes:
                              J. Marsella       J. Francés común    J. jaspeado
 Sosa                           10.24                   8.56                        6
Ácido oleico               59.20                  60.94                      54
Ácido esteárico            9.20
Agua                            21.36                  30.50                      50